Un Legado Forjado en la Tierra de Michoacán

Raíces de una Tradición

Desde tiempos inmemoriales, la caña de azúcar ha echado raíces en Michoacán, transformando su paisaje e identidad cultural. Entre campos fértiles y montañas imponentes nació un destilado que ha resistido siglos de desafíos, prohibiciones y transformaciones. Así surge la charanda, una bebida que lleva en su esencia la historia de una tierra y de las manos que la trabajan.

Tradición, Resistencia y Pasión

Con la Revolución Mexicana, las haciendas se desmoronaron y los productores tuvieron que adaptarse a una nueva realidad. La familia Murguía trasladó su destilería a Uruapan, donde, junto con otros pioneros, consolidó fábricas como La Bohemia y La Charanda, fundamentales en la identidad del aguardiente michoacano. A lo largo de generaciones, perfeccionamos nuestro oficio, superando retos como la industrialización y la competencia con destilados foráneos. Hoy, con Fernando y Miriam Pacheco al frente, Casa Tarasco Spirits mantiene viva la tradición de la charanda, llevando su sabor auténtico a cada rincón del mundo. Nuestra historia es un testimonio de perseverancia, orgullo y compromiso con la calidad. ¡Qué viva Michoacán y denme charanda pa’ brindar!

El Origen de Casa Tarasco Spirits

A finales del siglo XIX, Cleofas Murguía comenzó a destilar aguardiente de caña en la Hacienda Cañera de Caracha, siguiendo métodos tradicionales. Fermentadas en toneles de madera y destiladas en alambiques de cobre, las mieles más finas de la caña dieron vida a un destilado de gran calidad, rápidamente reconocido en la región. Con el tiempo, la charanda se convirtió en un símbolo de identidad y en un producto esencial para las comunidades de Uruapan y sus alrededores.

Cada botella es el resultado de dedicación, tradición y maestría artesanal.